Este pasado miércoles , nuestros alumnos asistieron en el auditorio de Teror a un encuentro con la escritora valenciana Laura Gallego García.
La autora es conocida principalmente por sus libros dedicados a la literatura infantil y juvenil, siendo una de las ganadoras más jóvenes del Premio Barco de vapor que consiguió con tan sólo 21 años.
Licenciada en Filología, logró sus primeros éxitos con Finis Mundi y La leyenda del rey errante, pero dando el salto hacia una novela más enfocada a jóvenes adultos logró convertir su serir de las Crónicas de Idhún en todo un superventas entre el público adolescente, siendo numerosas sus reediciones e incluso su paso al mundo del cómic.
Gallego ha probado suerte con una novela más adulta en Dos velas para el diablo, aunque sin dejar de lado el mundo juvenil, como demuestra su serie de Sara y las goleadoras.
La obra de Laura Gallego ha sido traducida a más de quince idiomas y publicada en prácticamente todo el mundo.
En 2011, Gallego se hizo con el prestiogioso galardón del Cervantes Chico, dedicado a reconocer la maestría en el mundo de la literatura infantil y juvenil y en 2012 recibió el Premio Nacional de Literatuta Infantil y Juvenil.
Nuestros alumnos han tenido ocasión de dialogar con la escritora y plantearles diferentes cuestiones sobre su obra y los nuevos proyectos literarios en los que está trabajando. Ha sido una experiencia muy enriquecedora para los alumnos que les ha permitido estar en contacto directo y conocer la parte más humana de esta importante escritora, referente literario para ellos.
Y han realizado la siguiente actividad que les añadimos ;
Y han realizado la siguiente actividad que les añadimos ;
FENRIS EL ELFO. ALUMNOS DE 2º ESO. CEO REY JUAN CARLOS I.
Con
motivo de la visita a Teror de la escritora Laura Gallego García, los
profesores de Lengua y Literatura del CEO Rey Juan Carlos I de Valleseco nos
propusieron leer el libro que forma parte de la saga Crónicas de la Torre,
titulado Fenris el Elfo. Lo primero
que hicieron Alexis y Esther fue contarnos algunos detalles de la biografía de
la escritora. Nos hablaron de los libros que ha escrito y de los premios
literarios que ha recibido. A continuación, accedimos a su página web y
conocimos más datos sobre la autora, sobre sus publicaciones, gustos literarios…,
y también vimos algunas fotografías. Poco después, empezamos a comprarnos el
libro y todos los viernes los dedicábamos a la lectura. El desarrollo de las
clases consistía en leer uno por uno y en voz alta cada capítulo. Después,
contábamos con nuestras palabras un resumen de lo que había sucedido. También
solíamos compartir las ideas que se nos iban ocurriendo sobre el libro, y ello
dio lugar a que entabláramos una serie de debates. Por ejemplo, cuando al
principio del libro nos enteramos de que Eilai podía dar a luz a un hijo
licántropo, en clase surgieron distintas ideas:
Elizabeth:
Yo creo que no lo tendría, porque podría ser igual que el ser que ha intentado
matarm; una bestia sin conciencia.
Fabián:
Pero, Elizabeth, ¿y si no fuera así y ese niño o niña es capaz de controlarse
en el futuro…? Lo estaríamos matando sin saber en realidad cómo va a ser su
comportamiento.
Elizabeth:
Eso es poco probable, Fabián, porque, cuando se transforman, son como animales.
Ya se ve en el libro cómo atacan a gente armada sin contemplaciones. Imagina
qué pasaría si le pones una presa fácil, como, por ejemplo, un niño. No se lo
pensaría dos veces y atacaría sin piedad, aunque se tratara de su propio hijo.
Fabián:
Claro, pero te olvidas de lo que dijo el brujo, que los elfos pueden llegar a
tener más control sobre la maldición. Y, puesto que los únicos licántropos que
se han mencionado hasta ahora son humanos, no se sabe cómo podría reaccionar un
elfo.
Elizabeth:
Yo no correría el riesgo porque, si no se controla, se pueden perder más vidas
de las que se ganan, que es una sola.
Fabián:
Pero la primera vez que se transforme, yo lo encerraría, observaría su
reacción y, si hubiera una próxima vez,
sabríamos qué hacer.
Elizabeth:
Sin embargo, yo te pregunto: ¿y si fueras Eilai y tu hijo o hija es una bestia
que ha matado, te habrías arrepentido de su nacimiento?
Fabián:
No, porque me pongo en el lugar de una madre o de un padre y sé que lo amaría,
hiciese lo que hiciese. Ahora te pregunto yo: ¿si después de haber matado te
pidiera ayuda, siendo tú su padre o madre, le negarías esa ayuda?
Elizabeth:
No. Creo que acabaría ayudándolo.
Fabián:
¡Ah!, entonces, en realidad, sí que habrías deseado tener a la criatura.
Elizabeth:
Bueno, vale, pero, ¿si no se arrepiente?
Fabián:
Entonces, no lo has criado bien y la culpa acabaría siendo tuya.
[…]
El
sentimiento de culpa también estuvo presente no solo en el libro, sino también en
nuestros temas de conversación, así como la transformación del carácter en la
adolescencia. Sin embargo, la relación
sentimental entre el protagonista y Shi-Mae dio lugar a que reflexionáramos en
profundidad acerca de si nosotros mantendríamos algún día una relación o nos
casaríamos con una persona de diferente clase social.
Fabián: Mi opinión es que, si amas a una persona tal y
como es, debes aceptar su físico y su condición social. Por tanto, sí sería su
novio o su pareja.
Elizabeth: Yo, sin embargo, pienso que al ser diferentes
no estamos criados de igual manera.
Fabián: No olvides que Ankris, tal y como se cuenta en el
libro, no desea convertirse en lobo las noches de plenilunio y busca la manera
de deshacerse de aquella horrenda bestia despiadada.
Elizabeth: También creo que Shi-Mae temía que él le
hiciese daño, y fue su padre quien la convenció de que lo olvidara. Aunque, la
verdad es que se amaban. Shi-Mae no quería separarse de él.
Fabián: Sí, sí. Estoy de acuerdo con ello. Por eso, ahora
te pregunto: Si hubiera alguien al que amaras tanto y no pudieras nunca separarte
de él, ¿lo dejarías solo porque pertenecer a una clase social distinta a la
tuya?
Elizabeth: ¿No crees que la relación acabaría mal?
Fabián: Si hay cariño entre nosotros dos, no tiene por qué
acabar mal.
Elizabeth: Y si ella es un licántropo, ¿no temes que te
haga daño a ti o a tu familia?
Fabián: Por supuesto, temo. Yo buscaría una solución a su
transformación.
Elizabeth: Y, Fabián, ¿si no la hay?
Fabián: Las palabras negativas nunca me han gustado. Yo
me imagino a un familiar al que tienes que dar una medicina, un brebaje o una
poción para que pueda mejorar y le dices que no se la podrás dar. Dices: “no
hay brebaje”, y no lo ayudas a que se ponga mejor, ni le das ánimos o fuerzas para
seguir adelante…
Elizabeth: La cuestión es siempre un familiar. Pues yo no
me negaría a buscarle un medicamento
necesario para su salud. Pero lo que yo he dicho es que, si no hay solución,
¿qué puedo hacer yo?
Fabián: No obstante, ni siquiera en el libro se habló de
que Shi-Mae buscara una solución a su mortífera licantropía. ¿No crees que es
debido a que su padre se negó a darle algún tipo de ayuda?
Elizabeth: De acuerdo, Shi-Mae lo amaba, pero, si tanto
lo amaba, me pregunto por qué no buscó solución a ello y le comunicó a su padre
que el ser que había dentro de él no tenía nada que ver con lo que en verdad
era Ankris.
Fabián: Pues, supongo que un padre quiere lo mejor para
su hija. ¿O acaso tú a tu hijo no le darías lo mejor?
Elizabeth: Sí, claro que sí. Pero también comprendería un
poco la situación del que es su amado.
Fabián: Elizabeth, creo que nos hemos desviado un poco de
la pregunta inicial: ¿tú te casarías con alguien que no es de tu misma clase
social?
Elizabeth: Fabián, hemos dicho tantas cosas y, sin
embargo, sigo pensando que no me casaría con él.
Fabián: Pues, para concluir, me gustaría decir que,
gracias a este discurso, yo he aprendido que, aunque ames a una persona,
siempre vas a encontrar obstáculos, y que lo difícil es
escoger bien, aunque lo importante es asegurarnos de que a quien estamos amando
es realmente sincero, honesto, amable y cuenta con las mismas expectativas que
nosotros. Por tanto, yo sí me casaría con ella a sabiendas de que esto podría
acabar mal.
Bueno,
Fabián, recuerda que nuestros profesores nos han pedido que recojamos por
escrito nuestras impresiones y las de nuestra clase después de acabar de leer
el libro. Sí, Elizabeth, espero que podamos ponernos de acuerdo y que a todo el
que lea o escuche lo que tenemos que decir le guste nuestra comunicación.
¡Ojalá!
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